Antes de comenzar a leer La lección de August

Todo lector que se aventura en un nuevo libro y que no conoce nada de este excepto su título y portada, lo que primero hace es observar su reseña ubicada en la parte trasera de la obra. Por esto, a través de esta primera aproximación, me referiré a lo que, a simple vista, nos comunicarán las letras que componen La lección de August.
August es un niño muy distinto a los demás físicamente, lo que podemos corroborar en el dibujo de su portada, es decir: un chico con facciones desproporcionadas. Su rostro no es común, lo que lo hace diferenciarse del resto, pero ¿estas características distintivas serán algo para sentirse orgulloso o avergonzado?
Ahora bien, su mirada ante la vida no mejora mucho, camina observando el suelo y tapando su cara. Solo quiere escapar de aquellas voces y ojos que juzgan y desprecian, fijándose y hablando, recurrentemente, de aquello que él no quiere que el mundo conozca. Por consiguiente, se esconde en su casa y se rodea principalmente de su familia y su mascota llamada Daysy.
No obstante, su monotonía está a punto de acabar; irá por primera vez al colegio. Este acontecimiento cambiará por completo su vida y le permitirá aprender una gran lección, esto es: aceptarse tal cual es y ver la vida con optimismo y esperanza.

Lo que más llama mi atención como lectora, es que August personifica el derecho a ser diferente. La perfección no existe y, a partir de lo expuesto anteriormente, él es un ser imperfecto que no se quiere debido a las descalificaciones que, aun siendo solo miradas, son bastante fuertes para que un niño no desee relacionarse con nadie más que con su núcleo familiar. Mi primera hipótesis es esta: August no será el único que aprenderá una lección, sino que también seremos nosotros quienes comprenderemos, a través de su narración, los valores de la tolerancia y el amor propio. 
Por esto mismo, como es conocido entre los lectores, no es adecuado apresurarse en juzgar a un libro solo por su portada, por lo tanto, como sujetos llamados a vivir en armonía, comprometámosnos a no juzgar a las personas por su apariencia.




Por María José Torres Inostroza.

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