La tecnología v/s el poder de las emociones en la educación

Ante el avance de la tecnología, como sociedad corremos el riesgo de perder una innata habilidad de los seres humanos, esto es, la capacidad de comunicarnos y relacionarnos entre individuos .
Por lo mismo, una temática muy recurrente -tanto en libros como películas- y conectada con lo expuesto en una primera instancia, es la robótica. Con esto, surge uno de los miedos modernos más conocidos en la humanidad, es decir: que la tecnología y, en este caso, que los robots se apoderen del mundo.
Una inmediata consecuencia, es la pérdida de varios empleos que serán sustituidos por la automatización de máquinas. Trabajos como cajeros, empleados bancarios, periodistas, obreros de construcción, entre otros, podrán ser replicados perfectamente y, quizás de una forma mucho más eficiente y barata, por robots.
Sin embargo, todo aquel empleo que involucre emociones, sentimientos y relaciones humanas en general, no podrá aún ser traspasado a las máquinas tecnológicas. Algunos ejemplos son los deportistas, encargados de la salud, escritores, trabajadores sociales y docentes.
Por consiguiente, como profesores, estamos aún a salvo de esta problemática, ya que enseñar es mucho más que solo entregar información a alguien y esperar que la memorice. Nuestra profesión requiere empatía, voluntad y atender a cada sujeto a partir de sus propias características. Es decir, la comunicación entre seres humanos ocupa un lugar primordial en el proceso de enseñanza aprendizaje que, sin embargo, no niega la oportunidad y ayuda que entrega la tecnología.
Ahora bien, aunque la tecnología se enfrente y parezca arrasar con todo, por el momento no podrá derribar el poder y la supremacía de las emociones en la educación.

"La tecnología nos facilita la vida,


pero la educación la construye"



Por María José Torres Inostroza.

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