Los niños mayores (y adultos) sí saben lo que dicen
August ha tenido que sobrellevar
miles de barreras desde que entró al colegio. El simple hecho de salir de la
tranquilidad de su hogar, ha sido todo un desafío para él. Por lo mismo,
enfrentarse a las crítica de cientos de niños, no le ha permitido hacer muchos
amigos. Sabemos que los niños pueden ser crueles, aun cuando no tengan intención
de hacerlo. Ahora bien, ¿qué pasa cuando esta discriminación se traslada a los
adultos?, ¿cómo podemos entender que una persona mayor de edad, con poder de raciocinio
y entendimiento, pueda causar tanto mal a un niño?
El establecimiento educativo al cual
asiste Auggie, Beecher, es de renombre y muy solicitado por las familias. Por
esto, los apoderados del colegio, se alarmaron cuando vieron que un niño
distinto a lo normal asistiría a él.
Los primeros niños con los cuales
August tiene un primer acercamiento fueron Charlotte, Jack Will y Julian. Con Jack
logra crear lazos muy fuertes, pero, con Julian no ocurre lo mismo. Incluso, la
familia de este último, lleva a cabo todo tipo de artimañas con el propósito de
que Auggie no siga en el establecimiento.
La mamá de Julian es la vicepresidenta
del consejo escolar, por consiguiente, cree que tiene todo el poder del mundo
para presionar al colegio y lograr que, al “niño raro”, se le cancele la matrícula.
Sus argumentos son simples y superficiales: un niño con “capacidades diferentes”
no puede relacionarse con su hijo “normal”, ni tampoco el colegio es de
aquellos que se dedique a la inserción de niños con este tipo de
características.
Situaciones como estas, no están tan
lejos de lo que ocurre en nuestro alrededor. Es decir, cuando leemos literatura
realista sabemos que nos encontraremos con historias y personajes que, aunque
poseen un nombre falso, representan problemáticas que día a día aquejan a
nuestra sociedad. La discriminación y falta de empatía son unas de ellas.
Como dije anteriormente, los niños
suelen cometer actos crueles, pero esto no debe replicarse en nosotros los
adultos. Debemos demostrar tolerancia y el respeto y tener en cuenta que todos
somos distintos, tanto en capacidades, gustos y características físicas. Los
padres, por su parte, deben ser un ejemplo a seguir, no puede ser que una madre
como la de Julian crea que es correcto herir a un pequeño de esa manera y que
su hijo haga bien al tratar de monstruo a su par.
Recordemos que: cada paso que damos,
genera consecuencias; el cómo nos proyectamos, construye enseñanzas (buenas y
malas) para quienes nos observan; y, muchas de las palabras que mencionamos sin
pensar, hieren y pueden destruir a seres inocentes.
Por María José Torres Inostroza.
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