Las áreas compartidas
Según
Chambers (2007), existen tres aspectos que comparte todo lector, estos son: el
entusiasmo, los desconciertos y las conexiones.
En
primer lugar, cuando alguien empieza un texto, lo primero que quiere hacer es compartir
su entusiasmo con sus amigos, contando de qué trata la trama, el ambiente y los
personajes, pero muy pocas veces hablando de su significado. Este entusiasmo
suele dividirse en dos: lo que les gusta y lo que no. Así, si los otros han leído
el libro, de inmediato la conversación se dirige a las áreas que comparten.
En
segundo lugar, si suele haber situaciones que los lectores desconozcan o les
genere desconcierto, buscan a darle un sentido, en compañía
de los otros. Por lo tanto, no existe una sola lectura, sino que surge la
posibilidad de encontrar múltiples sentidos a lo que se lee.
En
tercer lugar, el lector aprende a buscar detalles en la obra que le permiten
descubrir el tipo de narración que tiene enfrente; esto quiere decir que, los
diversos tipos de texto, se construyen a través de los diferentes elementos del
lenguaje. En este caso, existen dos patrones que son importantes en la conversación
literaria y la construcción de significado, llamados: del mundo al texto (el lector compara los sucesos, personajes y
lenguaje con eventos, personas y lenguajes ya conocidos) y un texto con otro (encontrar similitudes o
diferencias con otros libros).
Por
consiguiente, la comunicación cobra gran relevancia en este aspecto, siendo el
modo primordial de compartir la contemplación. Esto quiere decir que, el hablar
de literatura es:
Es
una manera de dar forma a los pensamientos y emociones excitados por el libro y
por los significados que construimos juntos a partir del texto, los mensajes
controlados imaginativamente enviados por el autor que nosotros interpretamos
de cualquier modo que nos sea útil o placentero. (Chambers, 2007, pág. 24).
Por María José Torres Inostroza.
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